jueves, marzo 03, 2011

Dicen que los músicos van al cielo de los músicos

Existe una interminable lista de músicos de los años ochenta que perdieron la vida de forma prematura. Algunos fueron víctima de esos excesos que siempre se les suponen a las estrellas del rock, pero otros fallecieron por una causa no menos ajena a las circunstancias de su profesión: en accidente de tráfico.
La muerte ha estado presente en 'la movida' española desde su misma gestación. De hecho, los analistas sitúan el comienzo de este movimiento artístico en el homenaje póstumo que se rindió en febrero de 1980 en Madrid a José Enrique Cano, 'Canito', batería del grupo Tos, antesala de Los Secretos, fallecido dos meses antes en la carretera de La Coruña. 'Canito' fue a la movida lo que Luis de Góngora a la Generación del 27.
En aquel tributo en la Escuela de Caminos, que dirigía el padre de Ana Torroja (Mecano), actuaron grupos emergentes de la nueva ola como Alaska y los Pegamoides, Nacha Pop o Los Secretos, que tiempo después también fueron tocados por la tragedia.
El primer gran mártir de 'la movida' fue el 'pegamoide' Eduardo Benavente, al que la vampiresa carretera se llevó con tan sólo 20 años y cuando lideraba el prometedor grupo siniestro Parálisis Permanente. Fue el primero y el más joven de la lista negra. Otros dos trágicos accidentes segaron la vida de los asturianos Tino Casal (1991, 51 años), precursor de aquella escena, o más recientemente, en 2006, de Carlos Redondo, cantante del grupo de los 80 Los Locos (tome nota Sr. Mayolas)
Las sobredosis fulminaron también a varios músicos de la época. Antonio Flores murió en 1995 en su casa familiar 'El Lerele', a los 33 años, tras ingerir barbitúricos y alcohol y Enrique Urquijo, líder de Los Secretos, apareció sin vida en 1999 en un portal de Madrid. Tenía 38 años. ME da repelús pensar que en una edad similar a la mía, éstos astros de la música ne su momento , pudieran desaparecer de la tierra sin más. Pero la primera cobaya de la heroína fue Santiago Ulises Montero, saxofonista de Sindicato Malone y Gabinete Caligari, que murió en 1988. La banda de Jaime Urrutia le dedicó un sentido homenaje con el tema 'Tócala Uli', de su exitoso disco 'Camino Soria'. El caballo envenenó también en 1992 al batería Toti Árbores (Pegamoides, Parálisis...).
Uno de los casos más sobrecogedores fue el de Miguel Gónzález 'No', guitarrista del grupo punk catalán Desechables. En 1983 intentó atracar una joyería de Villafranca del Penedés con una pistola de fogueo, pero su tentativa fue neutralizada de un certero balazo disparado por uno de los dependientes.
No menos dramática fue la pérdida de uno de los personajes más singulares de 'la movida': Ignacio Gasca, 'Poch', líder de los inolvidables Derribos Arias, quien falleció en 1998 víctima de la enfermedad degenerativa del mal de Huntintong, conocida popularmente como el Baile de San Vito. Los asturianos más talluditos le recordarán como 'pincha', a mediados de los años 80, en la sala Factory de Oviedo (la actual Tribeca).
El grupo Tequila perdió a dos de sus componentes por el sida: el batería Manolo Iglesias (año 1994) y el guitarrista Julián Infante, ya en Los Rodríguez (año 2000). La enfermedad maldita se llevó también en 1988 a Eduardo Haro Ibars, poeta de 'la movida' e inspirador de letras de grupos como Gabinete Caligari ('Pérdidas blancas' y 'Pecados más dulces que un zapato de raso'). Era hijo del periodista Eduardo Haro Teclen, un padre desdichado que también vio cómo se le morían nada menos que cuatro de sus descendientes.
Antes que Antonio Vega, hubo otros músicos que fallecieron de la larga enfermedad, el absurdo eufemismo con el que los medios acostumbran a esquivar la palabra tabú: el cáncer. Fue el caso de Modesto Agriarte, el 'Tío Modes' (2004), guitarrista de la banda punk La Banda Trapera del Río; Kike Turmix, líder de Pleasure Fuckers (2005) y agitador cultural desde su Malasaña querida, o el cantante de Desperados, Guillermo Martín (2006), con el que Loquillo tuvo la fortuna de contar en sus últimos días.
Hubo otros dos personajes emblemáticos de 'la movida', que murieron a la misma edad de 42 años: el cantante de Burning, José Casas Toledo 'Pepe Risi', de una neumonía en 1997, y Carlos Berlanga (Alaska y los Pegamoides y Dinarama), de una enfermedad hepática en 2002.

Algunos pese a todo representan un icono musical, alimentado por "hoy día ..." Siempre quedará su música. Descansen en paz en el cielo de los músicos.



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